La complejidad detrás de lo simple, según Alice Munro

Uno de los objetivos que me propuse, hace ya más de diez años, al comenzar a publicar en La Aquateca fue compartir mi experiencia en el oficio de escribir, algo que incluye algunas Nociones de oficio que he ido recabando con el paso del tiempo. Durante esos años, publiqué varias entradas al respecto que, al comenzar a diseñar esta nueva página web, decidí retomar, no por falta de contenidos sino porque creo que no pierden vigencia.

Una de esas Nociones de oficio que hoy me gustaría rescatar —más adelante rescataré otras— son las palabras de la escritora canadiense, Alice Munro, en relación a la complejidad de los temas que despliega detrás de una prosa aparentemente simple.

«Escribo sin pensar si hay un tema de fondo, pero sé que una idea sólo me interesa si tiene alguna complejidad moral, si tiene varias aristas. No es que me guste crear personajes que estén reflexionando sobre problemas morales, pero sí marcar cómo de las decisiones que uno toma, de las rutas que se elige, uno se puede arrepentir tiempo después. Al mismo tiempo pienso que hay momentos en la vida en los que hay que ser egoísta en un grado tal que, luego, de mayor, uno pueda condenarlo. De eso trata ser humano.»

Alice Munro

Al leer esas palabras de Alice Munro recordé que, cuando empezamos en el oficio, muchas veces nos empeñamos en buscar temas y escenarios complejos sobre los cuales escribir, creyendo que eso le insuflará intensidad o fuerza a la historia. Incluso hacemos reflexionar a nuestros personajes al respecto y cargamos sus voces con palabras rebuscadas que, en lugar de lograr lo que pretendemos, solo entorpecen la prosa. Sin embargo, en la buena literatura la complejidad, la reflexión, se consigue a través de la propia narración y, cuanto más sencilla es la forma en que se la aborda —tema, escenario, conflicto, personajes, tono, registro—, más rica se vuelve la prosa. Vale la pena recordar y quizás armarse una ficha con el lema «menos es más». No en vano los cuentos de Alice Munro que desarrollan historias de la vida cotidiana, ambientadas en zonas rurales de su Ontario natal, de una forma aparentemente simple y donde, como en el caso de Chéjov, parece que no pasara nada, contienen y están construidas con una complejidad que la llevó a ser reconocida con el Premio Nobel de Literatura en 2013.

Un buen ejemplo de esa simpleza compleja que impregna la obra de Alice Munro —si me permites el oxímoron— se encuentra en el cuento «La temporada del Pavo», incluido en el libro Las lunas de Júpiter (1982). Te recomiendo leerlo si aún no lo has hecho, o repasarlo para redondear la idea a la que me refiero.

Las palabras que he compartido son apenas un pequeño fragmento de la entrevista Alice Munro: «Ya no sirvo para una vida normal: he escrito tantos años que no sé hacer nada más» publicada en el diario La Vanguardia. Puedes leerla completa desde la página web del diario español. Sin embargo, como sé que algunas veces las cosas se diluyen en Internet, tomé la precaución de descargar el artículo en PDF, al que puedes acceder directamente haciendo clic acá.

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Publicado por Maumy G.

Escritora e ilustradora. Candela de verano, según mi padre. Lo demás depende del contexto.

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